Las buenas amistades no envejecen jamás
"Todo mi patrimonio son mis amigos". Emily Dickinson. Esta semana transcurrida, me dí un pase de recuerdos y placeres que hacen pensar que la vida es más buena que la que nos invitan a mirar cada día. Me fui a San Rafael de la Laguna en las montañas de Chabasquén, invitado por un grato amigo de mis tiempos de mozo, Gilberto Ramos, "Moruy", como le decíamos en el liceo de Biscucuy, en franca alusión al pueblo campesino reflejado en la película "Canción mansa para un pueblo bravo", eran los tiempos en que se hacía buen cine en Venezuela. Las trochas en la que se han convertido esas carreteras rurales retardaron un tanto la llegada. El paisaje adornado de bellos cafetales acompañaban la conversa fluida y placentera del "Niñolao", que me hacían entender que aún hay seres agradables y buenos en este mundo irracional y tosco que nos toca vivir. El "Niñolao" me trasladó en su vehículo hasta aquellas montañas donde se mira el cielo un poco más