Pignoración en el comercio de nuestro café
“Una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser ley porque es justa”. Montesquieu
El término pignoración es desconocido entre nosotros los campesinos caficultores, y seguramente nos suena un poco extraño y de difícil aplicación; aunque el término es poco frecuente, “pignorar no es más que dejar en prenda uno o varios de nuestros bienes como una forma adicional de garantía de pago, generalmente ante un prestamista”. En nuestro caso sería colocar nuestro café ante las instituciones financieras públicas o privadas como garantía y en reserva para obtener el financiamiento requerido para los productores.
Así que, la pignoración es un mecanismo financiero que permite a una persona, organización o entidad obtener un préstamo ofreciendo un bien como garantía. En el caso de la comercialización del café en Venezuela, los productores o asociaciones de caficultores podrían utilizar sus granos de café como garantía para obtener financiamiento. Esto les permitiría acceder a capital para invertir en la producción, procesamiento, almacenamiento o comercialización del café. Esta no es una práctica novedosa, por el contrario ha sido usada desde hace muchísimo tiempo.
Cómo sería su implementación en la comercialización del café:
Dada la importancia del café en la economía venezolana, la pignoración podría ser una herramienta útil para los productores y asociaciones. Al utilizar los granos de café como garantía, podrían obtener financiamiento para mejorar la calidad del producto, ampliar la producción, modernizar las instalaciones de procesamiento o acceder a nuevos mercados.
Además, la pignoración podría contribuir a estabilizar los ingresos de los productores, ya que les permitiría obtener financiamiento en momentos en que los precios del café fluctúan en el mercado internacional. Esto podría ayudar a mitigar los impactos de la volatilidad de los precios en la economía local.
En resumen, la pignoración podría ser una herramienta financiera importante y valiosa para la comercialización del café en Venezuela, ofreciendo a los productores y a través de sus organizaciones la posibilidad de obtener financiamiento utilizando sus granos de café como garantía.
Esto solo sería posible si existe una decisión del Estado venezolano aplicable a través de las instituciones financieras públicas o privadas. Está propuesta podría ser una salida más o menos honorable a todo este embrollo de la colocación de nuestra cosecha, lo cual solo será posible, si y solo si, consolidamos una fuerte organización cafetalera, la cual debe estar bañaba y recubierta de la honestidad que le imprima la confianza necesaria que toda actividad comercial requiere. La nueva organización no puede estar contaminada de viejos liderazgos, con viejos y nuevos vicios de quienes nos han llevado hasta el foso donde nos encontramos hoy.
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