La caficultura al borde del desastre


Yo nunca seré de piedra.

Gritaré cuando haga falta.

Reiré cuando haga falta.

Cantaré cuando haga falta.

Rafael Alberti



Se asoma la cosecha de café y otra vez el cuento de nunca acabar, lo mismito del año pasado, de nuevo la incertidumbre de los precios del grano. Tras otro año transcurrido entre sudor y esfuerzo para finalmente ver diluirse nuestro trabajo en la irresponsabilidad de quienes dirigen la política agrícola nacional, quienes se han dedicado a proteger y financiar a la agroindustria, a los agronegocios, sin importarle el futuro y la estabilidad del sector productivo primario constituido por los campesinos que se dedican al cultivo de este grano de oro.

 

En cada cosecha nos quemamos los sesos pensando cual será el precio del café en este año, y así, estamos entrampados en manos de la incertidumbre y el azar. Todo esto, aunque lo nieguen, por la inexistencia de una política agrícola que le dé forma a una caficultura que pueda trascender de lo rutinario a la prosperidad. Los gobiernos que lamentablemente son quienes deben direccionar la actividad agrícola, lejos de promover, fortalecer e impulsar al sector primario de la actividad cafetalera, vale decir al caficultor, se dedican en exclusividad a proteger a los agronegocios pues descaradamente forman parte de este entorno.


El circo del café,

II escena:


Recientemente se realizó la segunda versión del circo del café de especialidad, para distraer la atención y aparentar una caficultura próspera y rozagante. Este tinglado es solo para favorecer al mundo empresarial, para potenciar los agronegocios del café. Por ningún lado se avizora una política cafetalera que promueva el apoyo al sector primario del mundo cafetalero. El descaro mayor dibuja por un lado la ostenticidad del agronegocio y del otro lado la miseria reinante en nuestros campos.


La puesta en escena de quién fue denunciado y destituido de su espacio burocratico por evidentes actos de deshonestidad administrativa, ahora premiado con el rol de conductor de este tinglado, lejos de recibir sanción alguna  le asignan la tarea de dirigir el lomito del café, los café especiales y los negocios de su exportación, ahora goza dirigiendo los suntuosos negocios que se derivan del sudor de nuestros campesinos. Si los agronegociantes siguen manejando el tema café, jamás vamos a construir una pujante agricultura.


Nuestros caficultores están en franco deterioro y esto se agudiza cada año. Mientras se gastan inmensas cantidades de dinero en promoción de gestiones fofas y altamente comprometidas al capital dominante, nuestro campesinos lucen sus botas rotas y sus calzones roídos por el tiempo, esperando un golpe de suerte a la hora de vender su cosecha. A estas alturas, no se asoman indicios de querer favorecer el trabajo creador de nuestros campesinos.


Los caficultores reclamamos sinceración en los precios, y ajustarlos a nuestra realidad, tomando en consideración los costos de producción. Además, en el tema de la exportación del grano, debe permitirse de manera real y concreta la posibilidad que  caficultor resulte beneficiado de esta modalidad comercializadora.


Urge proteger al caficultor y defenderlo de la rapiña de quienes manejan los agronegocios. Finalmente les hago esta pregunta, ¿Cuánto más hay que esperar para diseñar, con el concurso de nuestros campesinos, una adecuada y moderna política cafetalera?

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